Estabilidad en el empleo
 
 
“Trabajar en
una empresa toda la vida”, al menos como colaborador, empieza a difuminarse en
favor de una mayor movilidad laboral, pero también de una mayor incertidumbre.
 
La generación de autoempleo no está exenta de esta
incertidumbre ante el futuro, pero la continuidad o no de la actividad depende
de factores económicos.
 
Autonomía
 
Como emprendedores, somos nosotros los que marcamos el
ritmo e imponemos las normas que regirán nuestra actividad. Si bien es cierto
que, exige una gran dedicación y esfuerzo, ser “nuestro propio jefe” nos
permite decidir de forma autónoma cuál es el mejor momento para realizar
determinada tarea o cuál es el nivel de exigencia a aplicar.
 
Sobra decir que este tipo de decisiones han de moverse
siempre dentro de los principios de responsabilidad, perseverancia y búsqueda
de la excelencia y de la calidad si deseamos el éxito de nuestro negocio.
 
Pero también nos permite poner en marcha nuestras
propias ideas y metodologías de trabajo, adaptar la actividad a nuestras
necesidades y decidir en qué grado queremos conciliar nuestra vida laboral y
familiar.
 
 
Satisfacción personal
 
Porque, para muchos, nada produce más satisfacción que
un trabajo bien hecho, sobre todo si se desarrolla, desde su gestación hasta su
ejecución, bajo nuestra propia percepción de cómo debe realizarse.
 
Este tipo de satisfacción está relacionada con nuestra
puesta en valor como individuos a través del planteamiento y superación de
diversos retos, de aplicar de forma productiva e imaginativa nuestras
habilidades y de obtener resultados fruto de nuestro esfuerzo, nuestra
dedicación y nuestra pasión.
 
Luchar por algo propio
 
Muy en la línea de lo anterior, emprender significa
poner un proyecto en marcha, especialmente cuando entraña dificultad. Emprender
es una lucha diaria por superar retos y obstáculos, pero esta batalla se hace
mucho más llevadera cuando tiene por objeto la consecución de los objetivos que
nosotros mismos nos hemos marcado.
Pero no sólo están en juego nuestras aspiraciones,
sino también el tiempo y el dinero que hemos invertido en nuestro proyecto, los
sacrificios realizados para ponerlo en marcha y la posibilidad de legar ese
fruto de nuestro esfuerzo a futuras generaciones.
 
Mayores ingresos
 
Quizá éste sea uno de los puntos más controvertidos,
pero, si nuestro proyecto está bien planteado y finalmente tiene éxito,
podemos aspirar a tener mayores ingresos que trabajando por cuenta
ajena.
 
Si bien es cierto que, en ocasiones, en las etapas
iniciales de una empresa los gastos son mayores que los ingresos, por lo que es
recomendable contar con un remanente y un plan económico en el que hayamos
calculado durante cuánto tiempo podemos “permitirnos” perder dinero antes de
empezar a obtener beneficios, una vez llegados a este punto, las posibilidades
de incrementar nuestra percepción económica también aumentan y, además, ésta
irá en relación con el éxito económico de nuestro proyecto empresarial.
 
Prestigio social
 
Poner en marcha y consolidar una empresa que, con su
actividad, sea capaz de cubrir necesidades y demandas reales y contribuya a la
mejora del entorno en el que vivimos puede constituirse como una gran fuente de
reconocimiento social que, si bien no ha de ser el fin último, puede abrirnos
muchas puertas para seguir creciendo y evolucionando tanto profesional como
personalmente.